lunes, 28 de noviembre de 2011

El Sentido de la Vida por Gabriel Garcia

De la interesante web Agora Hispánica dirigida por Pedro Conde, difundimos el siguiente artículo.

“¿El sentido de la vida?”

Gabriel Garcia
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LUZ AL  FINAL DEL TUNEL
“No quiere usted dejarme ser yo, salir de la niebla, vivir, vivir, vivir, verme, oírme, tocarme, sentirme, dolerme, serme: ¿conque no lo quiere?, ¿conque he de morir ente de ficción? Pues bien, mi señor creador don Miguel, ¡también usted se morirá, también usted, y se volverá a la nada de que salió…! ¡Dios dejará de soñarle! ¡Se morirá usted, sí, se morirá, aunque no lo quiera; se morirá usted y se morirán todos los que lean mi historia, todos, todos, todos sin quedar uno! ¡Entes de ficción como yo; lo mismo que yo! Se morirán todos, todos, todos. Os lo digo yo, Augusto Pérez, ente ficticio como vosotros, nivolesco lo mismo que vosotros. Porque usted, mi creador, mi don Miguel, no es usted más que otro ente nivolesco, y entes nivolescos sus lectores, lo mismo que yo, que Augusto Pérez, que su víctima…”
Esta parrafada pertenece a la novela “Niebla”, escrita por Miguel de Unamuno. Concretamente, en esta parte es donde el protagonista del relato, Augusto Pérez, Miguel de Unamunoexpone ante el propio Unamuno (evidentemente, este recurso literario de que el personaje increpe al escritor la línea argumental fue una genialidad exclusiva, al menos que yo sepa, del genio vasco) que la existencia de todo ser desaparecerá algún día. Previamente, Unamuno había comunicado a Augusto su intención de acabar con su vida ante la idea de éste de quitársela él mismo (y Augusto se había sentido muy ofendido porque le resultaba desechable la posibilidad de que su vida y su existencia no estuvieran en su propia mano y bajo su total control).
Recuerdo que la primera vez que leí “Niebla”, para clase de Lengua en 2º de Bachillerato, me resultó un libro muy aburrido. Sin embargo, probé a leerlo meses después, durante las vacaciones de verano, centrándome en aquellos puntos de contenido filosófico. Y, la verdad, es que me resultó muy llamativo el manifiesto “vitalista” (no sé si la denominación será muy adecuada) de Augusto Pérez cuestionando la existencia de todo aquel que supiera de su, por otra parte, desdichada historia.
Está claro que el personaje hace una clara referencia al tema de la muerte. ¿Pero qué es la muerte, sino la última y, quizá, más importante etapa de la vida?
¿Quién no se ha cuestionado alguna vez sobre el sentido de la existencia? ¿Quién no se ha preguntado, a sí mismo y durante varias noches a solas, cuál es la razón que guíe su vida y le dé sentido a todos sus actos? De acuerdo, en nuestra sociedad actual dudo mucho de que este asunto sea el principal motivo de reflexión (si es que en nuestro pueblo español se cuestiona algo de lo que tenemos por habitual y rutinario)… pero, yo al menos, no puedo olvidar que siendo un crío ya me preguntaba por qué razón estaba en el mundo, viendo las nubes del cielo y sintiendo el cortante abrazo del frío invernal.
Sé que existen personas que se piensan que la vida no tiene ningún sentido y que aquellos que lo buscamos únicamente somos mentes débiles y enfermas.
Reconozco que, en varias ocasiones, mi mente no podrá ser todo lo sana y lúcida que a uno le gustaría, pero no puedo aceptar ese razonamiento. ¿Por qué va a carecer la vida de sentido? ¿Es que acaso venimos al mundo para limitarnos a alimentarnos y reproducirnos, actuando como los seres vivos programados por la naturaleza para perpetuarse indefinidamente sin, aparentemente, mayor razón para existir?
Quizá seamos, como Augusto Pérez, entes nivolescos de ficción que desaparezcan cuando alguien deje soñarles. Pero, mientras tanto, habitaremos un mundo en el que, obligatoriamente, estamos obligados a tomar parte (obligación impuesta por unas circunstancias vitales que ni hemos elegido ni tienen por qué gustarnos y de las que sólo la muerte nos redime) y hemos de actuar y decidir qué vamos a hacer con nuestra vida.
Muchas veces me he preguntado por el sentido de mi vida y sigo sin tener una respuesta segura. Pese a todo, ahora mismo, creo estar en el camino adecuado.
La experiencia me demostrará si mis decisiones habrán sido acertadas o no. Lo que está claro es que, defendiendo que estoy en el camino en el que debo estar, podré decir que creí en algo y que mi vida tuvo una razón de ser, superior a la de consumir cantidades semiletales de alcohol o matar las horas en una barra de bar escuchando conversaciones con las cuales no me sentía identificado en lo más mínimo.
Desde que nacemos, hasta que morimos, Dios nos pone en las manos una misión particular a cada uno. Todos tenemos una razón para existir y en nuestro libre albedrío está el aceptarla o no.
Quizá, algún día, podremos comprender cuál es el auténtico sentido de la existencia. Pero, hasta entonces, tendremos que conformarnos con dejar una huella en el mundo lo suficientemente grande como para que nuestro recuerdo siga infundiendo ánimo y valor a todos aquellos que, durante alguna etapa de nuestra vida, nos admiraron, conocieron o respetaron.
GABRIEL GARCIA
 http://www.agorahispanica.es/2011/11/12/%C2%BFel-sentido-de-la-vida/

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