domingo, 25 de marzo de 2012

Mercedes Fórmica

Cuando de nuevo llegue Abril, cuando rompa de nuevo la primavera en el Sur donde la vio nacer, se cumplirán diez años de la muerte de Mercedes Fórmica Corsi, su larga y fructífera vida, nació en Cádiz en 1916, aunque se mudó a Sevilla con tan sólo siete años, como narra en el volumen La Infancia de su trilogía autobiográfica, merecería mayor atención de la que se le presta en todos los ámbitos donde destacó, desde su labor pionera en pos de los derechos sociales de la mujer hasta su obra literaria. Decía Pilar Primo de Rivera que su hermano José Antonio un “movimiento limpio de contornos, sin compromisos anteriores, ofreciendo además de un pensamiento nuevo, una ética para las conductas. A la ilusión de este movimiento se unieron no sólo valores jóvenes de lo más florido con que contaba España, sino también la juventud y la Universidad, donde después se constituyó el Sindicato Español Universitario (S.E.U.)”, entre esos jóvenes idealistas de la primera hora se encontraba Mercedes Fórmica, una de las escasísimas mujeres que estudiaba en la Universidad española en los años treinta del pasado siglo, de hecho era la única alumna de la Facultad de Derecho de Sevilla, donde ingresó en 1931, terminó los estudios en Madrid, ya en 1948, encontrándose posteriormente con la imposibilidad de acceder a la carrera diplomática o a la abogacía del Estado por ser mujer.

Mercedes había escuchado las palabras de aquel abogado joven y brillante que hablaba en el mitín de la Comedia, por la radio, desde entonces estuvo en la primera afiliación del SEU, aparece en la foto de la constitución del mismo en Valladolid, participó en el Primer Consejo Nacional que tuvo lugar el 11 de Abril de 1934, fue elegida delegada de Derecho y, luego, designada por José Antonio delegada nacional del SEU femenino y, como tal, miembro de la Junta Política de la Falange. Junto a ella, las pocas camaradas que entonces se adhirieron al nuevo y juvenil proyecto, Clotilde Salazar, Justina Rodriguez de Viguri, primera delegada del S.E.U., que se tuvo que inscribir al principio como Justino, ya que en un primer momento no se admitían mujeres, y que posteriormente fue jefe de la primera Escuela de Mandos de la Sección Femenina de Málaga, organizaciones ambas, S.E.U. y Sección Femenina, estrechamente vinculadas desde los primeros tiempos. Organización, la Sección Femenina, como nos cuenta Luis Suárez en su gran obra Crónica de la Sección Femenina y su tiempo, “que pretendió llevar a la realidad social una doctrina acerca de la dignificación de la mujer, pero no sólo de la mujer en cuanto ser humano igual en derechos al varón, sino en cuanto que es portadora de valores específicamente “femeninos”, en la vida moderna”. Así, es la misma Mercedes Fórmica quien nos habla de la actitud no precisamente machista, en aquella época donde la izquierda vetaba el voto de la mujer, del mismo José Antonio: “Sobre el supuesto antifeminismo de José Antonio y la tesis, tan difundida, de querer a la mujer en casa, poco menos que con la «pata quebrada», debo decir que no es cierto. Forma parte del proceso de «interpretación» a que fue sometido su pensamiento. Como buen español, sentía recelo hacia la mujer pedante, agresiva, desaforada, llena de odio hacia el varón. Desde el primer momento contó con las universitarias y las nombró para cargos de responsabilidad. En lo que a mí respecta, no vio a la sufragista encolerizada, sino a una joven preocupada por los problemas de España, que amaba su cultura e intentaba abrirse camino, con una carrera, en el mundo del trabajo”.

Mercedes Fórmica se casó con el sevillano Eduardo Llosent y Marañón, al que citamos en un artículo anterior por su amistad con Miguel Hernández y la ayuda que le prestó a éste para facilitarle, primero refugio en el Alcázar sevillano junto al poeta Joaquín Romero Murube y, posteriormente, la frustrada huida por Portugal del poeta de Orihuela. Llosent era editor en Sevilla de revistas como la importante Mediodía, tan  importante en el contexto de la Generación del 27, posteriormente, tras la guerra, fue nombrado director del Museo de Arte Moderno, trasladándose ambos a Madrid.

En 1940 aparece el primer número de la revista Escorial dirigida por Dionisio Ridruejo y donde aparecerían escritos de, entre otros, Ramón Menéndez Pidal, Eugenio Montes, el poeta sevillano Adriano del Valle, Luis Felipe Vivanco, Pedro Laín Entralgo y muchos otros de esa nómina que desmiente el pretendido “páramo cultural” en el que muchos han querido convertir la posguerra española. En Escorial publicará Fórmica su primera novela, Bodoque, donde muestra la influencia que tuvo en ella la separación de sus padres que, al final, le llevará a promover una de las reformas más importantes que se han dado en la historia de España a favor de los derechos de la mujer, lo que ha sido silenciado por el “feminismo oficial”.

Publicó posteriormente la novela Monte Sancha, finalista del premio Ciudad de Barcelona y La ciudad perdida, obra que sería adaptada al cine. Ya en 1972 publica otra novela, La hija de don Juan de Austria, con la que ganó el premio Fastenrath de la Real Academia.

En estos momentos donde tan de actualidad está la llamada “violencia de género” recordemos que Mercedes Fórmica fue pionera en la lucha por los derechos de las mujeres maltratadas, que inspiró una de las reformas legales más importantes del siglo XX para la mujer y la repercusión internacional de su artículo El domicilio conyugal.

Javier Compás

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