sábado, 16 de febrero de 2013

¿Quién hará su película?


Eran jóvenes, muy jóvenes, se llamaban Gabriel Barriopedro Tejedor, Primitivo Berrocoso Bahíllo, Cándido Catalán Lasala, Tomás Cordero Cordero, Otilio del Amo Palomino, Abelardo García Palacios, Felipe González-Heredia Barahona, Antonio Lasa Vidaurreta, Ángel López Martínez, Claudio López Martínez, Antonio Orrego Fuentes, Melecio Pardo Llorente, Ángel Pérez Murillo y Vicente Robles Gómez, todos ellos, excepto Felipe González, seminaristas del Teologado que la Provincia Bética tenía en la pacense Zafra. Debido a la situación prebélica de 1936 los superiores trasladaron en mayo de ese año todo el Teologado a Ciudad Real, que entonces pertenecía a la Provincia Bética.                                                                                                                      

El 28 de Mayo de 1936,antes de que estallara abiertamente la guerra el 18 de Julio, estos catorce jóvenes viajaban en el tren camino de su nuevo destino, al que nunca llegarían, en la estación de Fernán Caballero fueron obligados a bajas del tren y allí mismo las balas de los asesinos segaron esas jóvenes vidas cuya culpa solo había sido sentir la vocación de entregar su vida a Dios y a los demás.       

El miércoles 13 de Febrero en un sencillo y digno acto, quedaron sepultados en la parroquia sevillana de San Antonio María Claret los restos de los catorce jóvenes que sufrieron martirio en 1936 en la estación ferroviaria de Fernán Caballero. En un nicho y bajo un cuadro de la Virgen con los rostros de todos ellos descansan estos siervos de Dios en espera de su beatificación.

El vicario general de la Archidiócesis, Teodoro León, y el párroco, José Márquez Valdés, presidieron la inhumación de los restos de estos jóvenes fusilados y enterrados en el cementerio de Fernán Caballero, desde donde fueron trasladados, al finalizar la Guerra Civil, al panteón de los Claretianos en Madrid. No acabó ahí el peregrinar de los restos, pues en 1950 se llevaron a la parroquia del Inmaculado Corazón de María, también en Madrid, regentada por los Misioneros Claretianos de la Provincia de Santiago, desde donde llegan a Sevilla tras la petición cursada por el vicepostulador de la Causa de Beatificación y Canonización de estos siervos de Dios, firmada por el arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo.

En el nicho de la parroquia de San Antonio María Claret, casi centro geográfico de la Provincia Bética y templo con intensa actividad pastoral, recibirán culto los restos de estos jóvenes mártires. Precisamente, en coincidencia con el traslado de los restos, en el Colegio de San Antonio María Claret, acaba de inaugurarse una exposición itinerante, "Cristianos perseguidos en el siglo XXI", en la que mediante diversas imágenes se hace un acercamiento a la realidad de sufrimiento y testimonio de los claretianos en diversos lugares del mundo.

Hace pocos días pasaban en TVE la película Las Trece Rosas, en ella se narraba, bajo la memoria personal del director, la muerte de trece mujeres izquierdistas durante la Guerra Civil. Probablemente ninguna película narre el vil asesinato de estos catorce seminaristas, catorce claveles, estos jóvenes estudiantes que, sin ni siquiera haber estallado la guerra, a la que, en cualquier caso ellos estarían ajenos, murieron cruel y absurdamente a manos de asesinos marxistas que odiaban hasta el crimen a los que no eran de los suyos. Catorce jóvenes que se unirían, en su trágico destino, a muchos otros, como los 59 misioneros claretianos, casi todos jóvenes, asesinados en Barbastro tras un cautiverio inhumano en el trágico verano de 1936.

ADEMÁN

NOTA DE LA REDACCION

Este artículo de opinión ha sido redactado en base a la información elaborada por la prestigiosa periodista sevillana Aurora Flórez en el ABC de Sevilla.


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