jueves, 7 de marzo de 2013

Trampantojos. Por Aquilino Duque

Por su indudable interés reproducimos el artículo del premio nacional de literatura Aquilino Duque en La Gaceta.

 OPINIÓN | SALA VIP                        Trampantojos
  • *AQUILINO DUQUE
    Puede decirse que todos los medios de difusión que existen son de opinión.
    Cuando, a pesar del fracaso del mal llamado golpe de Tejero, llegaron por fin los socialistas al poder sin tener que compartirlo en un gabinete de coalición, los lamelibranquios de turno le preguntaron a su jefe que por qué no convertía El Socialista en diario nacional, a lo que él, con muy buen criterio, contestó que no veía la necesidad, ya que había hombres suyos en todos los diarios nacionales. Esta situación iría a más, según se adueñaba de la sociedad civil lo que yo llamo “el espíritu inmundo del 68” con sus cuatro jinetes apocalípticos, a saber, según el socialdemócrata Alejandro Llano, el feminismo, el ecologismo, el pacifismo y el nacionalismo, de suerte que hoy no hay tertulia, por muy anticonformista que sea, que se prive, no ya de un socialista de muestra, sino de algún que otro izquierdista genérico o de algún que otro equilibrista de la derecha vergonzante.Vaya por delante que a mí me parece bien, pues tanto más aprende el telespectador cuanto más variopinto es el muestrario de los bustos parlantes, que no se limita ni mucho menos a los antedichos. Bien es verdad que a veces el precio es la perplejidad, como cuando para defenderse de la feroz ofensiva de algún poderoso grupo de presión, alguno que otro pone por delante el agrado con que contempla sus exhibiciones orgiásticas o el mal trato que sus portatirsos recibían bajo el franquismo a tenor de la Ley de Vagos y Maleantes, promulgada por cierto bajo la Segunda República.
    Conviene aclarar que bajo el franquismo, como bajo la República o bajo cualquier ordenamiento civilizado anterior al 68, la condición de “peligrosidad social” no la tenía una persona por sus rasgos cromosómicos, sino por sus constantes de comportamiento, y esa diferencia sigue existiendo entre los que, aun compartiendo las mismas tendencias, rechazan esas saturnales y los que se suman a ellas. Puede decirse que toda la prensa que existe es de opinión, y la misión de un órgano de opinión no es informar, sino adoctrinar. Donde digo prensa, digo medios de difusión en general, que por algo Julián Marías los llamaba “medios de confusión”.
    Uno de ellos es el cine. Desde que la democracia nos levantó la pertinaz represión y nuestra sociedad fue por fin, como pedía el novísimo Carnero, “más justa y más abierta de piernas”, los crímenes crapulosos se han multiplicado exponencialmente, y la que llamó la condesa de Campo Alange “la guerra secreta de los sexos” ha dejado de ser secreta y se ha hecho crónica escandalosa. El cine y la televisión, los pobres, no han tenido más remedio que reflejar esa realidad sociológica, por más que no esté claro del todo dónde está la carreta y dónde los bueyes. En todo caso, lo que sí se aprovecha la situación es para retrotraer esas escenas obscenas a épocas que se tiene la consigna de execrar, desacreditar y demonizar.
    El camino nos lo trazaron esos genios del celuloide, esos carroñeros por decirlo claro, que fueron Visconti, Pasolini o Bertolucci, al despojar a los caídos adversarios de sus uniformes y disfrazar con ellos a los protagonistas de sus sádicas orgías. Otro es la fotografía. Tal vez la fotografía más difundida de nuestra Guerra Civil sea la del miliciano empuñando un fusil en el momento de recibir un balazo. Esa imagen es, para entendernos, el Guernica de la fotografía, y tiene con la realidad la misma relación. Su autor fue el célebre Robert Capa, que no se limitó a los fotomontajes en su vida profesional y murió en acto de servicio en Indochina.
    También en acto de servicio, aplastada por un carro de combate del propio bando, murió su amante y alumna, cuya foto de miliciana de mono y medio tacón apuntando con pistola como de juguete hace pensar en la foto, mucho más conseguida, del miliciano del fusil. No sé de cuál de los dos es la subtitulada erróneamente Infantes de Marina a bordo del acorazado Jaime I. El error consiste en llamar infantes de Marina a la marinería, que es lo que aparece en la foto celebrando la única hazaña bélica del Jaime, que fue la de arrojar al mar a la oficialidad, en heroica emulación del Acorazado Potemkin. A los que hemos servido en la Marina, en mi caso en Infantería de Marina precisamente, nos intrigó siempre el léxico naval, en el que las lenguas se entremezclan e influyen de manera curiosa.
    Por ejemplo, “grumete” se dice en francés mousse y en italiano mozzo, palabras que vienen del español “mozo”, siendo así que “grumete” viene a mi juicio de la inglesa groom, que significa lo mismo, aunque en inglés “grumete” se diga cabin boy. La dotación o marinería del buque en italiano se dice ciurma y se pronuncia chiurma, y viene de ella la española “chusma” que, en la primera acepción que le da el Diccionario de Autoridades de la RAE es: “los galeotes, forzados y buenasvoyas, que reman en las galeras.” Ese debería ser el pie de la foto del Jaime.

     *Aquilino Duque es escritor y Premio Nacional de Literatura.


http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/opinion/trampantojos-20130217

1 comentario:

  1. Como siempre, genial Aquilino, me llena de orgullo disfrutar a veces de su compañía.
    Roger de Flor

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